La mayoría de los emprendedores fallan. ¿Cómo hacer para no ser el próxima que sume a esta ya abultada estadística? Se lo contamos a continuación: las principales razones de los casos fallidos, y cómo evitar caer en uno de ellos.
1. Intentar hacerlo todo solo
Es prácticamente imposible llevar un proyecto adelante en soledad. La historia de alguien que se hace millonario desde una computadora en su garaje es una utopía o, en el mejor de los casos, historias muy puntuales. No le recomiendo que se guíe por esta premisa, ya que las probabilidades están en su contra.
La realidad es que los proyectos más destacados y exitosos suelen estar conformados por equipos complementarios. Incluso, si hay un proyecto fuertemente identificado con una persona en particular, probablemente tenga un gran equipo detrás. Y no solo se trata de equipos. También hay una fuerte asociación entre personas exitosas y su vínculo con coaches o mentores.
Ver: Los 6 consejos para emprender que nadie te dará
La ventaja de un mentor es su gratuidad. Sin embargo, esa misma gratuidad puede ser una desventaja. El mentor es una persona de carne y hueso, con responsabilidades, agenda, vida privada, etc. Al no existir un compromiso formal, muchas veces ocurre que las reuniones de mentoría se posponen constantemente, o que son demasiado cortas.
El coaching, por su parte, si se compone de un compromiso formal, ya sea en forma de contrato, de compra de cursos, o asistencia a clases presenciales. Tanto el coach como usted están obligados a destinar una cantidad de tiempo a aprender y desarrollarse.
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2. Abandonar antes de iterar
La principal razón por las que los emprendimientos fallan no es el flujo de caja. ¿En serio? Efectivamente. La verdadera principal razón por la que los emprendimientos fallan es el abandono de sus fundadores. La realidad es que deberían iterar, o pivotear. Es decir, sacar conclusiones de su primer experiencia o experimento, para aplicar cambios a la propuesta y salir a experimentar nuevamente. Y así sucesivamente, hasta que haya una respuesta.
Empresas como Apple estuvieron al borde de desaparecer cuando sus lanzamientos no tenían respuesta en el mercado, y algunos accionistas consideraban «abandonar el banco». ¿Se imaginan? Pero Apple iteró, o pivoteó, y usó su experiencia ganada para lanzar nuevos productos que sí fueran adoptados por la demanda del público.
Ver: 6 pasos a seguir antes de emprender
3. Creer que emprender es puro glamour
Seamos sinceros: cuando pensamos en ser emprendedor, nos imaginamos todo lo bueno, las horas de trabajo en lo que nos gusta, generando nuevos negocios y viendo cómo los números de nuestro negocio crecen sin parar.
Lamentablemente, esto dista de la realidad. Emprender implica destinar muchas horas a actividades que no nos gustan. Los primeros años, sobretodo, es importante mantener los costos bajos, lo cual implica «ensuciarse» las manos con tareas por las cuales no podemos pagar a otros para que las hagan.
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Lo mismo ocurre con el surgimiento de problemas e imprevistos. ¿Adivine qué? Van a haber muchos. Pasará mucho de su tiempo «apagando incendios» y solucionando problemas de todo tipo. Que los documentos legales no avanzan, que un cliente no pagó, que el mejor empleado renuncia, etc., etc.
Ver: 4 temas que debe aclarar con los socios antes de emprender
4. No tener un plan
Está bien actuar con ausencia de procesos burocratizantes, pero cualquier proyecto, por más abstracto que sea, necesita un plan. Un plan permite visualizar objetivos concretos, para bajarlos a objetivos a corto plazo, y acciones concretas que permitan acercarse a dichos objetivos. Registrar objetivos aumenta drásticamente la probabilidad de cumplirlos.
Por otro lado, un plan le brinda credibilidad ante terceros, ya sea inversores, clientes, o posibles empleados. Un inversor, por ejemplo, le exigirá un plan. Un cliente puede ser más receptivo si le mostramos hacia dónde vamos. El empleado, por su parte, necesitará un argumento a la hora de arriesgar su futuro laboral en un emprendimiento.
Impecable Marta! Como siempre… Gracias por hacernos reflexionar. Un abrazo.